miércoles, 23 de noviembre de 2016

Los ilusionistas

Cuatro ilusionistas con distintas especialidades son seleccionados misteriosamente para formar parte de un grupo al que llaman “Los cuatro jinetes”: Daniel Atlas (Jesse Eisenberg) es un joven de cierto renombre en la escena pero con un ego digno de Houdini, Merri McKinney (Woody Harrelson) es un “mentalista” venido a menos con problemas financieros y un poco bruto, Henley Reeves (Isla Fisher) es una exitosa escapista ex asistente de Atlas, y Jack Wilder (Dave Franco) es un mago callejero cuyo mayor éxito es su capacidad para extraer las carteras de su público sin que se den cuenta.
Estos personajes poco complejos se comportan de manera predecible según sus caracteres a excepción de cuando están sobre el escenario y unen fuerzas para crear un espectáculo que deslumbra a su audiencia, con el pequeño detalle de que rompen las leyes para lograrlo.
En su primer show, toman a un hombre del público y, supuestamente, lo trasladan hasta la bóveda de un banco en París desde donde él activa un ventilador que baña al resto del auditorio en Las Vegas en una lluvia de millones de euros robados. A pesar de lo impactante que esto podría parecer, el propósito de esta cinta no es emocionarte con lo que a primera vista es imposible, sino exponerte la lógica detrás de la magia y, aún así, atraparte; la magia, dicen en la película, va siempre, como un buen estratega, un paso adelante.
El principal vocero de estas cuasi científicas explicaciones es Thaddeus Bradley (Morgan Freeman), un mago que al estilo del conocido Mago Enmascarado y con una habilidad para descubrir los trucos similar a las de Penn y Teller, se retiró de la magia pura para vender videos en internet en los que revela la verdad detrás de ilusiones famosas. Las explicaciones son un tanto excesivas, incluso tienen tintes históricos, pero podemos buscarles la lógica dentro del universo del filme. Lamentablemente, Bradley pasa a segundo plano demasiado pronto, y aunque la idea de que todo es un truco está presente, la película poco a poco va perdiendo coherencia y dándole más importancia a la pirotecnia del espectáculo.
Esto sucede desde la verosimilitud más simple hasta en la lógica de la trama general que cada vez es más innecesariamente intrincada. Como la mayor parte de los trucos mágicos, la película se basa en la sorpresa: en distraer al espectador para luego asombrarlo. En cierto sentido lo logra, pues aunque queda claro que la motivación principal de “Los cuatro jinetes” es la fama, se sabe que hay algo o alguien que ni ellos conocen, que los guía y que hace que sus acciones se vuelvan, en cierta forma, impredecibles, incluso para ellos mismos. No sucede lo mismo cuando vemos el primer encuentro entre el agente del FBI, Dylan Rhodes (Mark Ruffalo), y la guapa francesa representante de la Interpol, Alma Vargas (Mélanie Laurent), quienes son los encargados de liderar la investigación para atrapar a los jinetes y probar sus crímenes.



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